¿Existe realmente un vínculo directo entre las palabras y los actos? ¿Pueden las palabras y las imágenes motivar a las personas a cometer actos de genocidio? “El nazismo -como expresó el escritor judío alemán Victor Klemperer en 1946- se había filtrado en lo más hondo de las personas a través de palabras, modismos y estructuras oracionales que les fueron impuestas a través de millones de repeticiones y que asimilaron mecánica e inconscientemente”.
"La propaganda intenta forzar una doctrina sobre la gente… La propaganda opera sobre el público general desde el punto de vista de una idea y los prepara para la victoria de esta idea."
Adolf Hitler
Adolf Hitler escribió estas palabras en su libro Mein
Kampf (1926), en el cual por primera vez aboga por el uso de la propaganda
para difundir los ideales del nacional-socialismo -- entre ellos racismo,
antisemitismo, y anti-bolshevismo.
Tras la toma del poder por los nazis en 1933, Hitler
estableció un grupo encargado de comunicar el mensaje nazi a través del arte, la música, las películas, los
libros, el teatro, la radio, la pensa y los materiales educativos. De esto se
encargó el Ministerio de Propaganda y Educación Popular creado con ese fin y
encabezado por Joseph Goebbels. Supieron utilizarla para alcanzar el
poder, para aprovecharse de la crisis y las frustraciones existentes,
mostrándose como salvadores de la nación en quiebra, y una vez en el
gobierno, pusieron todos los medios de comunicación bajo su control y los
utilizaron para dominar el Estado y controlar a las masas. Sin la propaganda
sistemática y el control de los medios no se explica el crecimiento de
nacionalsocialismo a lo largo de los años 20 y 30.
Uno de los medios más usados por el régimen nazi era la
cartelería. Hasta la Primera Guerra Mundial, el cartelismo tuvo básicamente
fines publicitarios y comerciales. El nazismo mostró un muy buen dominio
del cartel como método propagandístico ya que permitía llegar a una gran
cantidad del público sin invertir demasiado en recursos. Además, estaba
desarrollado con una buena técnica estética y así evidenciar su capacidad para
movilizar a las masas. Así lo enunciaba Goebbels, siendo muy consciente del
poder que tenía la imagen ya que esta se grababa en la mente del espectador por
mucho más tiempo. El mensaje claro y el lenguaje directo que tiene el cartel
nazi exigen un tipo de conducta comprometida del espectador con la ideología
nacionalsocialista a través de frases cortas y sencillas pero mordaces y
llamativas. Todo ello, claro está, en un marco compositivo atractivo.
“¡Alemania es libre!”
“El judío, el instigador de la tierra, el prolongador de la guerra.”
Digamos que son carteles impactantes y de mensajes rotundos que apelan al instinto más que a la razón. Auténticos "gritos en la pared" que clamaban por la maldad de los judíos, la grandeza del líder, el bienestar económico generado por el nuevo régimen o el valor del trabajo en la retaguardia durante la guerra mundial.
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