Mi arte debe ser fusil y sable diría el alemán George Grosz, pintor y artista agitador que usaba el arte como arma
contra la conflictiva Alemania en las primeras décadas del siglo XX.
Este
artista se mueve entre la corriente expresionista y la Nueva Objetividad,
tratando la segunda como un fenómeno de arte total que criticaba con fuerza
satírica y acusadora prescindiendo de los elementos formales del expresionismo;
una nueva forma de mirar al mundo.
Grosz abarca en sus obras una gran diversidad
de temas, todas ellas teñidas por una fuerte crítica social que se agudizarían
tras sus traumáticas experiencias durante la Primera Guerra Mundial. Así
retrata escenas repulsivas sobre la destrucción y la muerte debido a la
experiencia de la Guerra.
El propio Hitler catalogaría a dicho artista
entre otros como abortos de cerebros
enfermos, judíos o agitadores bolcheviques, haciendo que gran parte de sus
cuadros fueran llevados a la exposición de Arte Degenerado organizado por los
nazis para burlarse de este arte vanguardista.
La
primera obra que destacamos de Grosz es
“Metrópolis” desarrollada desde 1916
hasta 1917. Se hace evidente el estilo expresionista, jugando a
la par con planos geométricos que nos recuerda al cubismo.

Todo
ello lo podemos comprobar si observamos a las personas de rostros desfigurados
que se encuentran en el cuadro, las cuáles nos dan la sensación de estar
atrapadas y aprisionadas el lienzo. Lo consigue mediante la utilización de unas
acusadísimas líneas de fuga que produce una perspectiva muy rígida. También se
hace evidente el color rojo dominante, proveniente de una irreal esfera solar
que ilumina y abrasa toda la composición.
Como podemos observar la ciudad se plantea como
si hubiera sufrido los estragos de una guerra, la ciudad parece que sangra.

El propio Grosz diría de su obra: "En una calle extraña avanza de noche una
procesión infernal de figuras deshumanizadas, en sus rostros se reflejan
el alcohol, la sífilis, la peste (...) Esta fue una protesta contra una
humanidad que se ha vuelto loca".

Encontramos
varios planos en el cuadro. En el fondo podemos ver un edificio en llamas
repleto de obreros que marchaban hacia la derecha a diferencia de los soldados
nazis que marchaban hacia la derecha. También destacamos una serie de figuras
que conformarían el primer plano de la composición: un ansioso periodista cuyo
sombrero es un orinal, un sacerdote que bendice con los ojos cerrados, un
político cuyo cerebro rezuma desechos humanos y un soldado nazi alcohólico.
Con
todo lo anterior huelga decir el por qué de la elección de este artista para
formar parte de nuestro museo. Grosz es un artista que ha sido capaz de
reflejar su disgusto por la Alemania de la posguerra mediante sus caricaturas
grotescas y sus pinturas de la moderna metrópoli. Así plasma mediante una
intención crítica y moralizante, los conflictos sociales y acontecimientos
ocurridos en la primera mitad del siglo XX que derrumbaron los pilares de
nuestra civilización.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Atrévete a contarnos lo que piensas.