Fue un escultor alemán que contó con la amistad de Adolf Hitler y creó el águila imperial y emblema nazi que reposaba sobre la torre de 150 metros de altura en la capital francesa durante la exposición internacional en 1937. Encontró su camino dentro de la escultura aplicando las técnicas de la mejor manera posible transmitiendo una atmósfera mental y emocional que rodeaba sus obras.
Los retratos muestran la mente clásica del autor, inspirado en los cánones griegos y en su representación del físico humano de forma idealizada. Una belleza física que trasluce la interior y espiritual, en relación con la concepción griega del hombre y humanidad superior, individual y perfecta.
Por consiguiente, hemos querido incluir las esculturas que aparecen en la foto por la relación con características escultóricas griegas: proporción de partes, rostros serenos, así como el contrapposto griego, aportación de Policleto, que consiste en un ritmo compensado de hombros, brazos, caderas y piernas que confiere un gran equilibrio a la figura y ayuda a romper la frontalidad de las imágenes. Schimd-
Ehmen realizaba cuerpos musculados relacionando la imagen del mundo clásico del hombre y la raza aria. Una concepción del hombre como algo fundamental para la belleza. Los nazis se sirvieron de la idea de una raza pura, limpia y perfecta, al igual que los griegos de la belleza física resultado de la belleza interior.
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