Nuestro objetivo es la creación
de un museo imaginario que gire en torno al tema del NAZISMO. Ya sea por
su carácter traumático, no solo de Europa, también del resto del mundo; como de
nuestro interés por investigar acerca de un tema del que desconocemos su rama
artística.
La temática del Museo gira en
torno a dos amplios temas: Arte usado por el Régimen, el Arte del Tercer
Reich, y el Arte inspirado o en contra, también denominado por el propio
sistema como Arte Degenerado.
El arte nazi, propiamente dicho,
engloba obras aprobadas y producidas por la Alemania nazi entre 1933 y 1945.
Todas ellas con un carácter monumental y propagandístico, pues suponía un medio
de hacer llegar las “ventajas” del sistema tanto a la nación, como al resto de
Europa.
Por otro lado, el Arte
Degenerado, es el arte considerado “no alemán” y que prohibieron por sus
influencias tanto de judíos como de bolcheviques. Así, los artistas de este
Arte fueron sancionados llegándoles a prohibir la producción de obras de arte.
La mayoría de ellos emigraron a Norteamérica, donde seguir con la producción.
Un ejemplo son los pertenecientes a la escuela de diseño Bauhaus: Walter
Gropius, quien la fundó en 1919 planteando un sistema de enseñanza que
revolucionó el mundo del diseño y la arquitectura, y Mies Van der Rohe quien
como director en 1933 cerró la escuela por no resistir la presión del partido
emergente nacionalsocialista. Nosotros nos centraremos en la parte del arte
considerado degenerado por hacer crítica a este sistema totalitario, el arte
crítico contra el Nazismo.
De aquí nuestra iniciativa a
tratar el nazismo como tema para el Museo. Aunque en un principio quisimos tratar
como tópico el Arte americano, viendo su evolución, no tanto temporalmente,
como sí territorialmente. A raíz de ello y en relación a los artistas emigrados
por los sistemas autoritarios, hemos querido tratarlo puesto que nos parece, de
los regímenes fascistas, el que más empapó a la población con su ideología y la
traumatizó a todos los niveles: histórico, político, artístico y moral, dejando
una huella que aún perdura en la mente de todos.
Nuestro museo se
sitúa en el Partenón de la capital griega, Atenas, por ser la cuna de la
democracia. La democracia se fundamenta en el mayor poder que ejerce el
soberano al elegir a sus gobernantes, sin que estos le sean impuestos;
contrapuesto al sistema totalitario nazi alemán. Todo ello demostraría cómo
todas estas atrocidades han sido superadas y reinventadas. Además, el impulsor
de este totalitarismo, Hitler, admiraba el espíritu heroico de los monumentos
del pasado, por ello la idea de colocarlo en el Partenón. Utilizaríamos los
espacios posibles del interior sin alterar la estructura actual del monumento,
de manera que se colocarían paneles dónde poder alojar y proyectar las obras.
También habrá paneles con citas literarias de personajes del contexto o
relacionados con la temática.
Ya introduciéndonos en el
contexto y no dejando de ser otro motivo de su ubicación, abarcamos el tema de
los Juegos Olímpicos de Verano en Berlín. El Comité Olímpico Internacional,
creado con el fin de revivir los antiguos Juegos Olímpicos de Grecia, escogió a
Berlín en 1931 como sede de las Olimpiadas de Verano de 1936. Esto significo la
vuelta a la comunidad internacional de Alemania tras su aislamiento por la
derrota de la Primera Guerra Mundial. Fue dos años después, cuando Adolf
Hitler, ya líder del partido nazi, asumió el cargo de canciller de Alemania y
transformó la democracia del país en la dictadura unipartidista que ya
conocemos. El propósito nazi de controlar todos los aspectos de la vida alemana
también abarcó los deportes y he aquí nuestro tercer motivo por la situación
del museo. Las imágenes del deporte alemán de esa década sirvieron para
fomentar el poderío físico de la raza aria y su superioridad.
En esculturas y otras formas de
expresión, los artistas alemanes idealizaron el tono muscular firme y la
fortaleza heroica de los atletas además de enfatizar las facciones arias. Lo
que nos lleva a incluir la obra de artistas como Kurt Schmid-Ehmen.
Además, Alemania promovía
hábilmente las Olimpiadas mediante una gran cantidad de anuncios y pósteres de
tonalidades llamativas. Incluimos en nuestro proyecto las obras propagandísticas
del Ministerio de Propaganda y Educación Popular encabezado por Joseph Goebbels.
Las imágenes de los atletas relacionaban a la Alemania nazi con la antigua
Grecia, simbolizando el mito racial nazi y la legitimidad heredera de una cultura
aria de la antigüedad clásica, cuya visión de características raciales ideales
eran personas rubias de ojos azules, aspecto heroico y facciones delicadas.
Las películas en particular
jugaron un papel importante en diseminar el antisemitismo, la superioridad del
poderío militar alemán, y la maldad intrínseca de los enemigos tal como eran
definidos por la ideología nazi. Las películas nazis representaban a los judíos
como criaturas "subhumanas" infiltrándose en la sociedad aria. Por
ejemplo, El Judío Eterno (1940), dirigida por Fritz Hippler,
describía a los judíos como parásitos culturales vagabundos, consumidos por el
sexo y el dinero. Algunas películas, como El triunfo de la voluntad (1935)
de Leni Riefenstahl, glorificaban a Hitler y el movimiento nacional
socialista. Así pues, el afán propagandístico se extendió mucho más allá de las
Olimpiadas, sobre todo con el lanzamiento mundial de Olympia en 1938. El
régimen nazi escogió el documental dirigido por la cineasta alemana y seguidora
nazi y nosotros elegimos también proyectarlo en el museo entre otras
producciones de ésta, como son El triunfo de la fe (1933) y El triunfo de la
voluntad (1936), rodadas con posterioridad por petición del gobernante nazi.
El éxito de las producciones
bélicas alemanas se mantuvo sobre todo en la etapa de las victorias del
ejército alemán. Posteriormente, con los fracasos de Alemania, todo esto fue
perdiendo éxito y ganándolo creaciones más críticas cuya necesidad era hacer
arte social comprensible para todos.
Influidos por la Primera y
Segunda Guerra Mundial y debido al horror vivido, la obra de muchos artistas se
vio fuertemente influenciada. Este es el caso de Otto Dix, autor del que
incluimos alguno de sus grabados, que, sin formar estrictamente parte del
régimen nazi, hace crítica del espíritu de los militares y representa imágenes
que pudiendo haber sido vistas en la Alemania Nazi realmente no pertenecerán a
este contexto. A pesar de ello y por esta razón, sus obras pictóricas, son
consideradas Arte Degenerado y perseguidas por los nazis incluso llegando a ser
destituido por “sabotaje al espíritu militar de las fuerzas armadas”.
Otro de los artistas que usaba el
arte como arma contra el régimen alemán de la primera mitad del siglo XX, fue George
Grosz, cuyas obras pictóricas adjuntamos en nuestra exposición por ser una
clara y satírica crítica hacia este totalitarismo.
Todas estas atrocidades vividas
por el régimen tendrían que estar documentadas por alguien y ese alguien, son
cada uno de los reporteros y fotógrafos que lo vivieron en su propia piel. Uno
de ellos fue Francisco Boix, quien dio testimonio a los aliados de las
barbaries cometidas por las SS tras ser un prisionero en el campo de
concentración de Mauthausen. Fue uno de las víctimas españolas afectadas por el
régimen nazi y que tuvo que soportar las vejaciones y los abusos durante 5 años
metido en un centro de concentración. Pero no salió sin testificar cada una de
las atrocidades que allí se vivían.